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Aunque la lengua suponga, solamente, una pequeña parte de nuestro cuerpo, lo cierto es que es uno de los órganos más importantes del organismo.
Y es que juega un papel fundamental en la masticación, la deglución de los alimentos o el sentido del gusto.
Y, además, es de vital importancia en todo lo que se refiere al habla y la articulación de los sonidos.
Bien es cierto que la lengua, a simple vista, parece un órgano relativamente estándar.
Sin embargo, su funcionamiento y características pueden resultar ciertamente complejas.
Esto se debe a que hay una gran cantidad de trastornos y patologías que la afectan.
Algunos de estos problemas son de tipo meramente estético y no revisten una gran importancia, como puede ser la lengua geográfica.
Otros sí que afectan a la salud o a la rutina diaria de la persona pero se pueden resolver de manera relativamente sencilla.
Un ejemplo de ello son las cuestiones que afectan al frenillo lingual.
Sin embargo, hay otros problemas que, o bien pueden tener una afectación en la salud general, o bien pueden ser una señal de enfermedades graves o complejas.
Por ejemplo, hay lesiones en la lengua que pueden ser un signo de cáncer oral.
Por todo ello, resulta de gran importancia cuidar y vigilar la lengua tanto para intentar prevenir futuros problemas de salud como para poder detectarlos -en caso de que se produzcan- en una fase temprana.
Entre los hábitos y rutinas con los que podemos proteger la lengua destacan los siguientes:
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Utilizar un raspador lingual tras el cepillado de dientes, para retirar de la lengua todos los restos de alimentos que se acumulan tras las comidas.
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Seguir una alimentación equilibrada en la que ocupen un papel fundamental las frutas y las verduras.
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Disminuir la ingesta de dulces.
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Disminuir el consumo de refrescos.
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No fumar.
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Visitar al dentista cada seis meses o un año para que realice una revisión completa de la boca y una higiene bucodental profesional.
Pero, además de todo esto, las personas tienen otra importante labor que llevar a cabo en su casa: prestar atención a lengua y realizar una autoexploración de manera periódica.
Con esta sencilla rutina se podrá apreciar cualquier cambio o señal que pueda significar un posible problema en una fase temprana.